Capítulo 87
Patricia llegó a casa más temprano de lo habitual, sosteniendo el bolso y arreglándose el cabello recogido con un bolígrafo improvisado. Estaba cansada, con los pies doloridos y el estómago sonando discretamente. En cuanto abrió la puerta, sintió el delicioso olor de la carne asándose y del ajo dorándose en el pan.
— ¿Augusto? — llamó, sin ocultar la sorpresa.
— ¡Aquí afuera, mi amor! — la voz de él resonó desde la zona gourmet, cargada de entusiasmo.
Ella caminó hasta allí y se detuvo en la entrada, boquiabierta. La mesa estaba puesta con sencillez, pero con encanto. La vinagreta en un bol, la farofa humeando en la sartén pequeña, el pan de ajo ya doradito en la esquina de la parrilla. Y él, con un delantal que decía "Rey de la Parrilla", completamente fuera de su estilo, y por eso mismo, aún más encantador.
Él se volvió, con una sonrisa satisfecha, sudado, con la barba sin afeitar y esa mirada cálida de quien está enamorado.
— Llegaste temprano, mi tesoro.
— Y tú... — el