Capítulo 24
A la mañana siguiente, Patricia ya estaba lista en el gimnasio de la mansión cuando Augusto entró, vistiendo una camiseta de entrenamiento y un pantalón deportivo. Su caminar era más firme, pero aún dependía del bastón. Ella notó que, con los entrenamientos diarios, ya mostraba signos de mejora, y eso la satisfacía.
— ¿Listo para otro día productivo? — preguntó con una sonrisa desafiante.
Él resopló levemente, ajustando su postura.
— Siempre que no me hagas correr un maratón, pequeño tesoro.
Ella rio y se acercó, entregándole un par de mancuernas ligeras.
— Vamos a empezar con un poco de resistencia. Solo unas pocas repeticiones.
Augusto aceptó las pesas y comenzó a levantarlas según sus instrucciones. Al principio, todo iba bien, pero después de una serie de ejercicios, su cuerpo comenzó a mostrar signos de agotamiento. El sudor le corría por la frente y su respiración era pesada.
— Creo que ya es suficiente por hoy — dijo, intentando disimular el cansancio al colocar las