58. El sentimiento agridulce que produce la verdad.

—Creo que el señor Dupont tenía razón. No es buen momento para que hablemos de la situación. ¿Te parece si te doy el día de hoy para que descanses? —dijo Mark con ternura y una sonrisa sincera—. Creo que una mamita tan valiente necesita descanso.

—No me hables como si fuera retrasada, teniente —dijo Sofia sintiéndose extraña por tanta gentileza y provocando una sonrisa divertida en Mark.

—Disculpe señora, no vuelvo a incomodarla. —Mark se levantó de la silla y le guiñó un ojo—. Mi deber es servir y le prometo que nada le pasará a usted ni a su bebé. Puede dormir tranquila.

—En eso tiene razón, teniente, pues no pienso dejar de cuidarla en ningún momento

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