59. No hay deuda que no se pague.

»Una semana después…

Isabella por fin abría los ojos, después de su intervención estuvo una semana en coma. Las balas habían perforado un pulmón y el abdomen, aún le faltaba mucho para poder salir de la cama. Sin saber cuánto tiempo había pasado, intentó levantarse, pero una enfermera se acomidió a recostarla de nuevo, recibiendo manotazos y prepotencia.

—¡No me toques! ¡Suéltame! —exclamó con una voz oxidada y molesta—. ¡¿Qué fue lo que ocurrió?! 

—Eso es lo mismo que yo quisiera saber… —El teniente Mark estaba recargado en el marco de la puerta, viendo como Isabella repelía a la enfermera—. Al parecer tengo la suerte de

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