64. Una última flama de vida. 

—Hay que decirle que te cure. —Ezio se plantó frente a Pía y la tomó de la mano, buscando un poco de piedad. 

—No creo que quiera —respondió Pía acariciando los cabellos negros de Ezio.

—¡Si va a querer! —añadió el pequeño haciendo sus ojos más grandes.

—¡Sí! ¡Hay que decirle entre los tres! —dijo Clara emocionada y volteó hacia el pequeño Arno—. Bueno, entre los cuatro. ¿Verdad, hermanito? —le preguntó tomando su manita con ternura. 

Pía comenzó a llorar desconsolada, sus ojos se nublaron de lágrimas, sintiéndose miserable por lo que había hecho adem&aa

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