Todos en la biblioteca se notaban tensos. Me acerqué a Patrick para saludarlo con un beso en la mejilla, al cual respondió con un suave abrazo. En medio de mi dolor, sentí una pizca de fugaz alegría: por fin, mi hermano regresaba a su casa, a la mansión Lewis Benson.
El abogado de la familia carraspeó con tranquilidad para hacerse notar. Las personas que nos encontrábamos reunidas en el lugar alzamos la mirada hacia el escritorio que en muchas ocasiones había sido utilizado por mi abuelo. En una pantalla conectada a internet, estaba a punto de comenzar una videollamada. Al otro lado se encontraba mi padre, sentado, con esa fisonomía tan odiosa que siempre me había causado miedo… y a la vez, repulsión.
La voz del abogado familiar nos trajo de regreso a la realidad. Las miradas de los gemelos y su madre eran como aves de rapiña; por fin tendrían carta libre en las empresas familiares. Su hermana se mostraba indiferente. A ella no le preocupaba en absoluto la empresa; lo único que le interesaba era qué propiedades le corresponderían y asegurarse una pensión vitalicia que le permitiera continuar su vida llena de excesos y banalidades.
—Ha llegado el momento de leer el testamento de nuestro querido y entrañable Jonah Lewis Benson: querido padre, abuelo y esposo —anunció el abogado con una voz suave pero enérgica. Al parecer, perder a su amigo le dolía de verdad—. Iniciaremos la lectura.
"Yo, Jonah Lewis Benson, en pleno uso de mis facultades mentales, declaro lo siguiente:"
A mi esposa, Eleanor:
La muerte, por fin, nos ha separado. Desde el día que nos comprometimos sabíamos lo que era esto. Te corresponde la mansión de Maine —la que mis padres nos regalaron por nuestro matrimonio—. Además, se te concede una pensión vitalicia. No, Eleanor, no pongas esa cara de sorpresa ni de enojo. Nuestro matrimonio fue un arreglo comercial, en el cual nunca floreció el sentimiento más sagrado y hermoso de este mundo: el amor.La voz del abogado, en ese momento, era tan solemne que parecía que fuera el propio Jonah quien estuviera hablando.
A mis hijos gemelos, William y Edward:
Les otorgo el 10% a cada uno de las acciones de Lewis Benson Corporation.Ambos hombres sonrieron con suficiencia al escucharse nombrar antes que a su medio hermano. Pero sus rostros se congelaron al oír la cantidad. Quedaron boquiabiertos y enrojecieron de furia. ¿Acaso eso significaba que su hermano bastardo sería el heredero mayoritario? Intentaron hablar, pero la mirada de advertencia del abogado los hizo callar de inmediato.
La lectura del testamento continuó, esta vez nombrando a mi padre.
"Jonah, siempre reprobé que abandonaras a tu familia, a tus hijos. Que en tu dolor, te alejaras de ellos. Pero no soy quién para juzgarte. Yo hice lo mismo contigo.
Si bien llevas mi apellido, no tuviste a tu padre a tu lado. Yo amé profundamente a tu madre."La sala quedó en un silencio incómodo. La viuda miró con odio la pantalla, donde el rostro consternado del primogénito mostraba, por primera vez en su vida, un dolor auténtico.
"Te dejo a ti el 10% de las acciones de la empresa."
Hubo más murmullos de inconformidad, pero nadie se atrevía a levantar la voz. Todos se miraban con tensión.
A mi hija Margaret:
Te dejo el 10% de las acciones. Tu vida ya está solucionada, querida hija. Espero que con esto quede saldada la deuda que tengo contigo, por no haberte dejado seguir con esa vida loca que llevabas.La mujer clavó una mirada de odio en el abogado.
A mi nieto Patrick:
Le dejo el 5% de las acciones. Eres un buen chico, Patrick, pero necesitas estar más cerca de tu familia.El aludido frunció el entrecejo en señal de desaprobación.
A mi querida nieta Anne:
Le dejo el 55% de las acciones de las empresas.Sentí todas las miradas frías posarse sobre mí. El silencio se rompió con una exclamación de furia por parte de mi tío William, que fue rápidamente silenciado por la gélida mirada del abogado.
"Si bien, querida Anne, te dejo ese porcentaje, todo tiene una cláusula… y una razón.
Eres mi nieta más querida. Eres la luz de mis ojos, y sé que contigo la empresa estará segura. Pero, para que seas acreedora a esta herencia, deberás contraer matrimonio con el señor Alexander Delacroix, nieto de mi mejor amigo y socio comercial. Esta alianza durará solamente un año, durante el cual ambas empresas se beneficiarán mutuamente."Las miradas volvieron a posarse en mí.
Sí, conocía a Alexander.
Lo conocía muy bien.Aquel malnacido me había roto el corazón.