Charlas, traición y más (2da. Parte)
Tres días después
Bagdad
Yassir
Dicen que el amor nos vuelve frágiles, temerosos y muchas veces vivimos con el corazón pendiendo de un hilo, pero también estamos en llamas, suspirando, sintiendo dragones en el estómago y en medio de esa combinación extraña todo tiene sentido. El cuerpo es terremoto y el alma se siente completa, tanto que nos convertimos en adictos de su presencia como un veneno mortal que recorre nuestro ser entero del que necesitamos para vivir día a día.
Y no soy la excepción, porque desde que está Sara en mi vida me he vuelto adicto de sus miradas, preso de sus labios, esclavo de sus palabras y terriblemente vulnerable. Al punto de sentirme como un niño asustado si llego a perderla. Aun así, me esfuerzo por no presionarla, por controlar este miedo que me corroe cada día.
Es cierto que me dejó conocer un poco más de ella hablándome de su trabajo y de sus amigos. Pero no sé…algo la perturba, algo no me termina de cerrar. Para sumarle no conozco donde vive, más bien me