Capítulo 86: Fin de la guerra.
Lykos cerró los ojos por un momento, respirando profundamente mientras luchaba contra su propia oscuridad.
El cielo se oscureció con una niebla negra y la lluvia se convirtió en una lluvia ácida que quemaba todo lo que tocaba. El viento se intensificó y los edificios empezaron a temblar.
La marea del tsunami comenzó a subir, y las olas se convirtieron en enormes espirales de agua negra. La criatura se erguía sobre la ciudad, su cuerpo cubierto de escamas oscuras y brillantes que parecían estar hechas de obsidiana. Sus garras eran tan grandes como coches y sus ojos brillaban con un fuego infernal.
El demonio tenía la cabeza de un dragón, la cola de un escorpión y las patas de un cangrejo gigante. Sus ojos parecían fuego, si lo veías a los ojos podías ver el mismo infierno.
Lykos extendió sus manos hacia la criatura y lanzó un hechizo poderoso que la hizo tambalearse. La bestia rugió con furia mientras intentaba resistir el hechizo, pero finalmente cayó al suelo.
Lykos se acercó al dem