Capítulo Veintisiete: El Consuelo Maternal de la Reina Madre

Hjordis, la Reina Madre, se había convertido en una presencia constante en mi día a día. Sus visitas a mi habitación se hicieron más frecuentes, siempre bajo la excusa de mi bienestar, o para instruirme en las costumbres y la rica historia del clan. Pero en cada conversación, y en cada gesto, sentía que sus palabras derivaban, de forma natural, hacia el futuro y el papel de Rajar en él, y, cada vez más, mi propio lugar en ese gran tapiz.

Una tarde, mientras me enseñaba a bordar un patrón intrincado en una pieza de tela, me habló con una voz suave, casi un susurro confidente. La chimenea de mi habitación crepitaba, añadiendo una calidez acogedora al ambiente. Afuera, el viento de la tarde comenzaba a soplar, pero aquí dentro, con Hjordis, me sentía a salvo.

—Mi hijo es un hombre reservado, Christina —me dijo, sus ojos sabios fijos en el hilo que hábilmente tejía—. No es de los que muestran sus emociones fácilmente. Pero sus ac