Casi un mes despuésPalermo, SiciliaOriana Alguien dijo una vez: “la vida son momentos, pruebas, desafíos que te pueden quebrar o hacerte más fuerte, pero está en ti lograrlo”. No es una frase hueca, porque la vida no te avisa, no te prepara, no hay instrucciones. Empiezas el viaje con una maleta llena de ilusiones y esperanzas, y sin darte cuenta, vas sumando golpes, pérdidas, decisiones difíciles.A veces crees que puedes con todo. Otras… solo quieres rendirte, pero a pesar de ello aparece alguien …alguien que toca tu alma, alguien que te sujeta la mano con fuerza, alguien que sea vuelto indispensable en tu vida, y ya no hay vuelta atrás. Lo único que queda es confiar.Porque la vida, pese a todo, tiene su encanto. Porque el amor, ese amor verdadero, es una apuesta a la felicidad. Y quien pretende vivir sin él… solo sobrevive. Se convierte en una sombra. En un eco vacío.En lo personal, quise rendirme muchas veces, quise tirar la toalla. Pero aprendí a esconder el miedo detrás de
Unos días despuésSan Petersburgo, Catedral de San IsaacAdlerAlgunos dicen que regresar de la muerte es un milagro. Tal vez lo sea. Pero después de estar ahí, en ese umbral frío y oscuro donde nada te pertenece, donde no tienes más que el eco de tus propios errores, entendí que el verdadero milagro no es abrir los ojos otra vez. No. El verdadero milagro es volver a los brazos de quien amas.Eso le da sentido a todo el dolor, a cada cicatriz, a cada segundo de agonía. No es simplemente sobrevivir… es querer vivir. Vivir de verdad. Con hambre. Con sed de esos momentos que antes dejabas pasar como si fueran eternos. Ahora cada palabra, cada mirada, cada gesto, pesa distinto. Se graba en la piel, en el alma, como un tatuaje invisible.Empiezas a escuchar las voces con más atención, a leer los silencios, a sostener las miradas un segundo más largo. Descubres lo valioso de una mano que te roza sin querer, de una risa compartida, de un abrazo que no necesita razones. Aprendes que el tiempo
El mismo día San Petersburgo Oriana Dicen que uno puede enamorarse más veces de las que imagina, pero que solo el amor verdadero se queda. Ese amor no llega con delicadeza, llega como un vendaval, a revolverlo todo, a sacudirnos hasta lo más profundo, a arrancarnos del refugio donde nos creímos seguros. Llega con la fuerza de quien no pide permiso, sujetando el alma con una intensidad que asusta, que hace tiritar el corazón a mil por hora, que derriba la lógica y nos entrega, sin defensa, a la locura más dulce. Aceptarlo no es fácil. No porque no sea real, sino porque nunca hemos vivido algo tan inmenso, tan mágico, tan capaz de romper cada muro que creíamos indestructible. Ese amor que, con una sola mirada, con un solo gesto, nos dice sin palabras: es él, el hombre que esperaste sin saberlo. En lo personal, alguna vez creí que jamás volvería a enamorarme. Que el corazón que un día fue mío, lo había enterrado junto a Vito, entre disparos y despedidas que nunca supe decir. El dolor
Unos meses despuésPalermoAdlerUna de las etapas más hermosas del matrimonio es, sin duda, la luna de miel. Más allá de la intimidad, de los besos robados en cualquier rincón y las caricias que no necesitan excusa, la verdadera esencia está en saberse solo dos almas, sin más testigos que el cielo y el tiempo que comparten. Es en esos días donde la vida se vuelve un murmullo suave, donde cada risa, cada suspiro, construye un puente invisible entre dos mundos que han decidido fundirse en uno.Porque después vendrá la rutina, inevitable como la marea: los compromisos, las responsabilidades, las ocupaciones que empujan, reclaman, desgastan. Y más tarde, cuando lleguen los hijos, el amor aprenderá a estirarse, a multiplicarse, a encontrar nuevas formas de existir.Pero en la luna de miel —en ese paréntesis que parece flotar fuera del tiempo— sembramos las raíces de algo más grande que nosotros mismos. Consolidamos la complicidad, reforzamos la ternura, y aprendemos a mirarnos no solo con
Un tiempo despuésPalermoOrianaDicen que las nuevas vidas traen consigo tiempos de cambio, de bonanza, de felicidad... Y en parte es verdad. La llegada de un hijo no solo transforma una casa, transforma el alma. Lo remueve todo, desde las certezas hasta los miedos más escondidos. Pone el mundo patas arriba, sí… pero lo hace con dulzura, como una tormenta que, en lugar de destruir, construye nuevos paisajes.Porque no se trata solo de traer una vida al mundo, se trata de convertirse en alguien nuevo también. De aceptar que ya no se camina por uno mismo, que hay una pequeña existencia que dependerá de nosotros incluso antes de aprender a respirar con fuerza. Y en ese proceso, uno se reinventa. Aprendemos a amar con un instinto que no sabíamos que teníamos, a proteger con una fiereza que nace desde lo más hondo.No hay manuales. No hay fórmulas perfectas. Solo hay amor… y miedo… y la promesa silenciosa de hacer lo mejor posible, aun cuando no sepamos exactamente cómo. Ser madre no es u
PalermoAdlerDicen que el hombre tiene la capacidad de reinventarse, de levantarse de las cenizas y dejar atrás ese pasado doloroso. Que puede renacer, sí, pero no lo hace solo. Necesita una chispa. Una mano extendida. Una voz que no tema tocar sus heridas. Un abrazo que no exija explicaciones. Y esa persona, esa capaz de mirarte a los ojos y decir “estoy aquí” cuando todo se derrumba… esa no se encuentra todos los días.Y si la encuentras, si tienes la dicha de cruzarla en tu camino… entonces sujétala con fuerza, con gratitud. Porque no todos tienen la suerte —ni el valor— de apostar por una locura llamada amor. Yo sí la encontré.Hace años, en medio de mis ruinas internas, apareció ella: Oriana, mi compañera, mi tormenta y mi calma, mi sol en los días nublados y el faro en mis noches más oscuras. Y me sostuvo. No solo con sus palabras, sino con su manera de mirarme sin miedo, con sus silencios que sabían decir más que mil discursos, con su ternura feroz, con su amor que me reconstr
ActualidadSicilia, ItaliaOrianaAlguien dijo que no nacemos con el corazón de piedra, sino que se endurece con cada golpe, con cada traición que nos obliga a ver la realidad sin filtros. Yo diría que es un proceso, una lenta revelación o un despertar brutal, como si de pronto nos arrancaran la venda de los ojos y nos obligaran a mirar la maldad de frente. Esa maldad que no solo hiere, sino que despoja, que arrasa con lo que más amamos justo cuando creemos haber alcanzado la cima. Llega sin aviso, como una ola furiosa que lo destruye todo a su paso, sin dejar rastros de lo que fuimos antes de su embestida.Y el resultado es inevitable: nos volvemos pragmáticos, duros, impenetrables. Aprendemos que las emociones son un lujo peligroso, una debilidad que puede costarnos demasiado. Así que cerramos el paso a cualquier cosa que pueda desmoronarnos. No hay lugar para sentimentalismos ni para la fragilidad, porque ya sabemos lo que significa caer sin nadie que amortigüe la caída. Por eso no
El mismo díaSicilia, PalermoOrianaCualquiera puede sentarse en un trono, pero no cualquiera puede sostener la corona sin que el peso le quiebre el cuello. Gobernar no es un título, es un arte de equilibrio donde un paso en falso puede convertirte en presa. Debes aprender a caminar sobre el filo de la navaja, demostrar que tienes la ferocidad para arrancar gargantas y la frialdad para enterrar a los tuyos si es necesario. Si dudas, si titubeas, aunque sea un segundo, la balanza se inclina y la sentencia es inmediata: una bala en la sien, un puñal entre las costillas, un vaso de whisky con el amargo beso del veneno. No hay segundas oportunidades.Existe una salida más cómoda, pero no menos letal: ser la marioneta, la sombra de un poder ajeno. Ser el títere que se mueve al compás de otros, el rey sin voz que luce la corona mientras manos invisibles mueven los hilos. Pero los títeres no envejecen en sus tronos. Cuando dejan de servir, los convierten en cenizas o los entierran en fosas