Nicole Reed es una chica dulce, amable y trabajadora, a la que desde muy joven le ha tocado una vida difícil. Sin embargo desde que empezó a trabajar en la empresa “Powell Publicity”, las cosas han mejorado considerablemente para ella y su pequeña sobrina Chloe, a la cual adoptó después de la muerte de sus padres. Pero Nicole sueña con tener un hombre que la ame, y que le haga el amor de tal forma que la haga olvidar hasta su nombre. El único problema es su virginidad, y está más que dispuesta a sacarla del camino para conseguir lo que quiere. Bryce Powell, es el multimillonario presidente y dueño de “Powell Publicity”, una de las mejores empresas de publicidad a nivel mundial. Está en casi todas las portadas de las revistas, y es un mujeriego empedernido que solo ve a las mujeres como si fueran platos en la carta de un restaurante, y obviamente después de haberlos comido…solo se deshace de ellos. Pero desde que lleva a su asistente a la casa que tiene en las afueras de la ciudad por cuestiones de trabajo, las cosas empiezan a cambiar. Y luego de escuchar por accidente, que ella es virgen, ahora no logra sacársela de la cabeza. Quiere ser el primero, y la quiere en su cama, desnuda, y en todas las posiciones posibles hasta que ese deseo que siente por ella, abandone su cuerpo. Porque al final solo se trata de eso; puro y físico deseo, en su forma más primitiva. Él no quiere compromisos y mucho menos enamorarse, ya que desde un evento trágico en su vida, piensa que eso solo trae infelicidad.
Ler maisNicole empezó a sacar las cartas de la impresora. Las repasó mientras intentaba no pensar en su pequeña sobrina Chloe y el problema que podría avecinarse, en especial cuando su situación económica era algo incierta.
La puerta que conectaba con el despacho de al lado se abrió, y escuchó la voz de su jefe—Nicole ¿Has llamado a Londres para decirles que iré mañana?
—Sí, señor Powell, he llamado y todo ha quedado aplazado.
— ¿Y qué ha pasado con la nueva campaña de Calvin Klein?
—Ya hablé con ellos y se ha podido solucionar el percance.
Bryce cerró de nuevo la puerta y Nicole se levantó, alisándose la chaqueta negra que llevaba puesta, preparándose para ir a hablar con su jefe. Necesitaba pedirle que ya no buscara una persona que le ayudara en su casa, porque ella podía encargarse de eso. No sabía si él le diría que no, puesto que era su asistente, pero en ese momento ella necesitaba el dinero. Su pequeña Chloe, había nacido con un defecto en su cadera y había necesitado una férula que usaba casi todo el tiempo. Sin embargo, el médico le advirtió a Nicole que si la pequeña no mejoraba con eso, tendría que ser operada, o podría terminar con problemas mayores. Eso fue algo que ella no vio venir y ahora se encontraba ahorrando todo lo que podía porque el seguro no cobijaría el total del costo, de ese procedimiento.
Tomó su agenda de la mesa, recogió las cartas para entregárselas, y se dirigió a la oficina de su jefe. Allí estaba él hablando por teléfono, absorto en la conversación. Ella pudo entonces observarlo de una forma que no solía hacer; hombros anchos, piernas largas, algo musculosas pero no en exceso, y definitivamente bien formadas. No era un hombre al que le gustara la vida sedentaria, por lo general hacia ejercicio antes de ir a la oficina, y seguramente su otro ejercicio favorito, el de joderse a todas las mujeres que se atravesaran por su camino, también ayudaba para que tuviera un cuerpo impresionante, bastante fuerte y muy viril.
Todavía recordaba la primera vez que lo había visto, ya hacía un año de eso. Se había quedado bastante impresionada con él. Era de cabello rubio oscuro, ojos verdes muy cambiantes; de esos que cuando estaba molesto podían ser un color esmeralda muy oscuro y cuando estaba tranquilo un verde más claro con visos amarillos. Además, era muy seguro de sí mismo, lo que le daba en ciertas ocasiones un aire de prepotencia, ya que no era muy conversador. Pero algo que siempre le había gustado de él, era que se enfrentaba a lo que fuera de manera directa, haciéndole frente enseguida, y también que era bastante perfeccionista, como ella. Tal vez era eso lo que había hecho que durara mucho más que las anteriores asistentes, que apenas si estaban dos meses con él y salían corriendo de allí. Gracias a Dios porque como decían por ahí, lo que es malo para unos, es bueno para otros, y ella había encontrado aquel trabajo que la había ayudado a mejorar su situación, para poder solventar los gastos de ella y su bebé. Además le brindó la posibilidad, de encontrar una niñera que cuidara a su Chloe. Sí no hubiera hecho eso, jamás habría podido seguir trabajando en un empleo tan demandante como ese.
—Bueno, ahora si podemos hablar unos minutos—le dijo cuándo colgó el teléfono.
Ella enseguida le dio las cartas—he hablado con Damien Ford y la cita con él quedó pospuesta para mañana.
—Fue lo mejor, y además me da la oportunidad de no dañar este hermoso día con la cara agria de ese hombre.
Ella sonrió por la ironía. Aquellos dos eran muy parecidos, igual de prepotentes y millonarios, y cuando estaban en una sala de juntas no hacían más que tirarse indirectas como dos niños pequeños compitiendo por quien tenía el juguete más grande y mejor.
Bryce firmó las cartas y se las entregó— ¿Eso es todo?
—No, bueno…yo quería hablar con usted sobre algo importante. Se trata de algo que nos puede beneficiar a ambos.
—Eso me parece bien, pero creo que no es el momento más indicado.
—No tardaré nada.
— ¿No puede ser cuando estemos en el avión? —miró su reloj y frunció el ceño. Ya vamos tarde para la cita en Portland.
—Pero…—fue a objetar pero al ver su gesto de impaciencia lo pensó mejor—muy bien.
Nicole estaba decidida y haría lo que fuera para tener la oportunidad de hablar con él sobre ese tema. Solo esperaba que antes de que pudiera hacerlo, no lo llamaran para decirle que habían conseguido a la persona que necesitaba.
*****
El interior del avión era imponente. Siempre que Nicole iba en el, no dejaba de asombrarse de todo el lujo que el señor Powell le había puesto a aquel aparato, pero se imaginó que para un hombre que siempre estaba de un lado a otro, y que muchas veces dormía allí, se le hacía más fácil adecuarlo como un apartamento. Acababan de entrar porque tenían que despegar inmediatamente, así que ella se sentó en el cómodo sofá, y se abrochó el cinturón. En pocos minutos estarían a varios miles de metros sobre el suelo. Por la ventana alcanzaba a ver los últimos rayos de sol que mostraban un hermoso atardecer y pensó en su pequeña que había quedado a cargo de la niñera, pero que de seguro la extrañaría esa noche. Era bastante seguro que llegara muy tarde y no pudiera verla a la hora de ir a dormir.
—Te ves preocupada.
—Solo pensativa—sonrió.
—Tal vez te venga bien un trago. Había una azafata preparando dos tragos en ese momento en un pequeño bar que había cerca de donde estaban ellos sentados. Todo el interior del avión, era en madera de un color a juego con la tapicería de cuero finísima. Miró hacia la parte de atrás y vio la cabina donde estaba el baño para las personas que acompañaban a su jefe y un dormitorio no tan grande como el de él, a un lado. Y al fondo la cabina más grande donde estaba el dormitorio del señor Powell junto al baño privado que era bastante cómodo y lujoso obviamente. Allí él dormía en sus viajes a Londres, a Francia o a Tokio, donde tenía muchos negocios con otras empresas. Se preguntó cuántas mujeres habrían dormido allí, y enseguida desechó ese pensamiento. ¿Qué diablos le importaba a ella eso?
La azafata llegó con una copa de vino, y Nicole miró a su jefe—no creo que sea prudente tomar vino en horas laborales.
—Seguro que no, pero como soy yo el que las paga, te lo tomarás para relajarse un poco. Y así podremos seguir nuestra charla sobre el itinerario de hoy en Portland.
A ella no le quedó más remedio que acceder y tomar un sorbo.
Él pareció complacido y siguió hablando—asegúrate de estar en contacto con Daysi, mi secretaria en Tokio. Es importante que ella sepa en detalle cada paso de la negociación para hacérselo saber a mi hermano.
—Sí, señor. ¿Alguna otra cosa?
—Por favor habla con Alexa y dile que no podremos vernos esta noche para lo del teatro, que tome los boletos y vaya con alguna de sus amigas.
Nicole escribía todo lo que él decía en el portátil—muy bien.
La azafata llegó en ese momento con bocadillos— ¿Señorita, quiere otra copa de vino? ¿Tal vez una más fría?—le dijo señalando la que ella apenas había probado.
—Oh no, muchas gracias. Pero si le agradecería un té helado.
La azafata se lo trajo enseguida pero ella no alcanzó a tomarlo a tiempo, cuando una pequeña turbulencia hizo que lo derramara sobre su traje.
— ¡Oh Dios!—gritó la mujer viendo como toda la blusa blanca de su traje ahora estaba empapada y casi transparente. Ella enseguida se trató de cubrir con los brazos pero su jefe al juzgar por la mirada que tenía, ya lo había visto todo.
Bryce solo se quedó mirando el escote y aquellos pechos generosos que no había notado antes en su asistente.
—Yo…oh Dios, lo siento mucho—exclamó horrorizada. —Su sofá también se ha echado a perder por mi culpa.
—No te disculpes, ni tú, ni Rita, tuvieron la culpa. Estas cosas pasan, y la tapicería es lo de menos. ¿Trajiste alguna blusa adicional?
Ella negó con la cabeza.
—Rita, creo que hay ropa de mujer en la habitación de invitados. Vaya con la señorita Reed, y muéstrele todo, para que ella escoja.
Nicole todavía con los brazos cruzados se levantó y se fue casi corriendo mientras seguía a la azafata. Llegó a la habitación y cuando la azafata le abrió uno de los armarios, ella quedó realmente impresionada. Había todo tipo de atuendos y ropa para cualquier ocasión. La mujer la dejó sola para escogiera lo que le gustara más y se cambiara de ropa. Nicole rápidamente se acercó al armario y luego comenzó a abrir los demás, así como un closet. Encontró opa de hombre y de mujer. Era como estar en un almacén de ropa exclusiva. Se echó a reír “La vida de los billonarios”, se dijo divertida. Luego recordó el momento del accidente; todavía podía sentir la mirada depredadora de su jefe, y comenzó a preguntarse si pedirle que la empleara como ama de llaves en su casa por unos días, sería buena idea.
Había pasado ya, un año y medio. El tiempo en verdad corría y para ella era como si fuera ayer, cuando Bryce había ido por ella a casa de su tía y se habían reconciliado.Le costó trabajo al principio volver a confiar en él, y no podía negar que tuvieron sus tropiezos. Sin embargo, él había sabido ganarse su confianza y le demostraba en cada detalle y cada día, lo mucho que la amaba y lo que valoraba su relación. Ya estaban lejos de aquella mujer odiosa que a punto estuvo de acabar con su amor, y en este momento, ella era historia.Poco a poco, ella también había aprendido a tomar su lugar en la vida de él, en su familia, y en la sociedad. Y donde antes la criticaron, actualmente, le invitaban a muchos eventos y hablaban de la linda pareja que hacían. Aunque ella tampoco se creía todo. Sabía que mucho era porque su esposo era un hombre poderoso y no les convenía estar mal con él o con su familia. Pero ella había aprendido a sacar garras y defenderse. Ya no era la misma de antes, que s
Nicole miraba a Bryce, pero no se decidía a creerle. Él no dejaba de disculparse y de decirle que la amaba, pero hacía pocas semanas también estaba seguro de lo que sentía por ella, y de un momento a otro , la había dejado.—Y si Alexa, te hace la vida imposible y cumple todas esas amenazas? Nuevamente te hará dudar y esto pasará de nuevo...—Eso no pasará. Le dejé muy claro lo que pienso de ella, y de sus chantajes. Pero lo cierto es que la razón por la que te dije que era mejor separarnos, fue porque ella no me dijo que estaba embarazada.Nicole perdió todo color en su rostro— ¿está embarazada?—Sí. Y me chantajeaba con decirle a la prensa y a todo el mundo que por mi romance con mi asistente, yo no quería estar al lado de ella y de mi hijo.—Bryce, yo jamás podría interponerme entre tu hijo y t&uacut
Tras más días de búsqueda en las zonas, donde tal vez podía estar Nicole, Bryce estaba tan cansado que no podía dar un paso más. Llevaba semanas durmiendo por pocas horas y la ira y la vergüenza eran sus constantes compañeras. Era una tortura imaginarse a Nicole esforzándose en sacar adelante sola a su hija. Él las adoraba a ambas, pero fue tan estúpido que no se lo dijo a Nicole. Su miedo no lo dejó actuar y ahora parecía un loco buscándola por donde fuera, para disculparse y decirle lo que en verdad sentía.Al marcharse, Nicole había dejado la silla de bebé y la cuna portátil de la niña y todas las cosas que le había dado. Se fue con poco más que lo puesto, y él sabía que era porque le había hecho mucho daño.Encontrar a alguien que se negaba a contestar las llamadas y que no tenía presencia en redes sociales, era frustrante. No tenía ni idea de si Nicole estaba en un hotel, o si al menos estaba en la ciudad. Podría haberse mudado queriendo poner distancia entre ellos, o simplement
El mundo entero parecía moverse a cámara lenta. Se sentía como si estuviera caminando en un mundo de sueños; un mundo de sueños horroroso y de pesadilla.Se sintió enferma, el hombre del que se había enamorado, la traicionaba de aquella forma tan terrible. Se quedó allí sorprendida sin saber que responder o cómo actuar. — ¿Qué quieres decir con que es lo mejor?—Quiero decir que creo que deberíamos terminarlo ahora y no más tarde para no hacerte más daño. Te proporcionaré ayuda financiera mientras te recoloco en otra de las oficinas de la empresa.—Es decir que lo tienes todo pensado. No me quieres aquí, pero tampoco en la empresa.—Lo siento, de verdad no sabes cuánto lo siento. Y no lo hago por ti, sino porque sé que va a ser difícil después de lo que ha pasado, que te encuentres con Alexa, y sobre todo conociéndola. No se va a quedar callada y te hará la vida imposible.—Ya no me necesitas —dijo, tratando de mantener la compostura.— Bryce le dio un medio encogimiento de hombros—
Cuando llegaron a la habitación, Bryce la hizo entrar y cerró la puerta tras él. Luego fue hasta ella, que al verlo tan cerca, sintió que el corazón le empezaba a latir a toda velocidad.Entonces la besó y ella se rindió, agarrándose a los hombros de él. Sintió sus manos, acariciándole la espalda y subiendo luego hasta la horquilla que le sujetaba el moño. La mata de cabello cayó sobre sus hombros, una vez liberado, y Bryce después de observarlo fascinado y acariciarlo, comenzó a besar su cuello, haciéndola estremecer de placer.Nicole sintió las manos de él sobre su cintura y, poco después, sobre sus senos. Sus manos despertaron un intenso deseo en ella, como siempre que la tocaba de aquella forma. Bryce le quitó la blusa, ella sabía que debería detenerlo, quería hablar un poco más con él, dejar
Alguien tocó a la puerta y ella rezó porque no fuera Alexa. Ya había tenido suficiente de esa mujer y por más que estuviera trabajando allí, no permitiría que fuera a asustar a su hija y a gritar allí. Fue hacia la puerta y abrió, para encontrarse con que era Bryce quien estaba frente a ella.—Bryce ¿Qué haces aquí?—Necesitaba hablar contigo. De verdad siento mucho lo que pasó allá—dijo avergonzado.—Si Alexa sabe que estás aquí, se armara un lío tremendo.—Ella está ocupada con sus amigas en el cine, están viendo una película y tomando champaña, hasta quedar sin sentido.Nicole por un momento pensó que habían salido a ver una película, aunque le parecía que estaban muy lejos para eso. Después cayó en cuenta de que él hablaba de la
Último capítulo