~ Ónix
Camino de un lado a otro, flexionando mis dedos enguantados.
El aire en esta habitación está viciado y impregnado del olor a sangre. Las rejillas cerca de las paredes y la arenilla del suelo están impregnadas de la sustancia.
Hace muchos años que no vengo aquí. Desde que contraté a gente para que se encargara de esta tarea espantosa.
Pero hoy, tengo muchas ganas de enfrentarme al hombre atado a una silla frente a mí. Necesito liberar tensión, y él es el sujeto perfecto para desatarla.
Se remueve, abriendo los ojos con un parpadeo. Ya tiene el labio partido, y un moretón le crece en la mitad de la cara por la aprensión. En cuanto mi investigador privado me alertó de su ubicación, mis guardias lo traen aquí con rapidez y brutalidad.
—Duque, ya despertaste —lo saludo con frialdad—. Ya era hora.
Me mira, abriendo mucho los ojos antes de contemplar la pequeña habitación. Es oscura y completamente cerrada, subterránea y debajo de mi mansión. Alguien tiene que ser increíblemente espec