~ Siena
El transporte se detiene, señalando el final de nuestro largo viaje.
La puerta se abre de golpe y Zion está afuera. Me ofrece una mano enguantada, que no acepto. En cambio, salgo sola.
"Podrías parecer más contento de verme", dice, dando un paso atrás.
Suelto un bufido. "No soy actriz".
Debería haberlo esperado. Zion tiene una vena profundamente narcisista que guía muchas de sus decisiones. Es lo que le hizo aceptar tan bien atormentarme a mí y a mi madre durante toda mi infancia.
"Soy tu padre, después de todo", me recuerda, como si eso importara algo.
Mirando más allá de él, toda mi infancia regresa a mí, casi derribándome.
Nada ha cambiado en este lugar. Sigue siendo el mismo edificio alto y cuadrado que a menudo asociaba con una prisión. Nunca podía jugar en su magnífico césped, con el riesgo de que un forastero o un espía me viera.
Nadie podía saber que Zion tenía una hija. Significaba que estaba prisionera en mi propia casa.
Y ahora estoy volviendo a esa realidad una vez