Todos se quedaron en silencio, Salomé pensó lo peor, así que con una reacción rápida tomó a Aria de los brazos de Cecil y se la entregó a Lisandra, la madre de Alex, para que ella pudiera decidir qué hacer.
— Creo que debo irme — balbuceó Cecil sin saber que decir, Alex nuevamente le había mentido, pero no solo eso. Ahora comprobaba que era mentira que no compartía con su esposa. Por qué ella estaba embarazada.
Salió rápidamente y Salomé trató de impedir que Alex salga detrás de ella pero fue imposible, la hizo a un lado y tomó a Cecil por el brazo antes de que saliera de su casa.
— Amor, no no es lo que piensas — dijo tratando de conectar sus ojos con los de ella pero ella miraba hacia abajo, aguantando las lágrimas.
— Ya es tiempo — se dijo a sí mismo. Ya era tiempo de acabar con todo, de lo contrario perdería a Cecil para siempre.
— Familia… no sé por dónde empezar — habló fuerte. Entrelazó sus dedos con los de Cecil y trató de avanzar pero ella no se movía.
— Saraí está embar