ELIZABETH REED
Entendí la tristeza de Tina, tenía muchos motivos para haberse escondido, pero su principal era huir del dolor que le generaba perder al hombre que amaba. Regresé a Irlanda y solo tuve que ver a Finn esperándome en el aeropuerto, con esa imagen imponente, varonil, elegante y sexy, pero con ese toque de ternura que le daba esa carriola doble con mi par de zanahorios.
¿Aceptaría ver a Finn rindiéndose? ¿Toleraría que él decidiera arrancarse la vida y abandonarme con mis bebés? ¿Ese no era un dolor lo suficientemente fuerte para desmoronarse?
—Bienvenida… —dijo Finn acercándose a mí, dejando que Enriqueta se quedara con los niños. Me envolvió entre sus brazos y me pegó a su pecho, llenándome de su calor y amor. Entonces lo supe, no podría soportar perderlo. Los ojos se me llenaron de lágrimas y escondí mi rostr