LIAM BLAKE
El minutero en mi reloj de pulso dolía con cada uno de sus movimientos. La gente se impacientaba y los malos recuerdos abordaban mi mente, incluso mis hijos parecían preocupados.
—Repites la misma historia… —dijo mi madre a un lado, sentada en su silla de ruedas mientras Allegra se mantenía con la mirada al frente y conservando la compostura—. ¿Qué esperabas de una mujer como ella? Era cuestión de tiempo para que te humillara.
Decidido a no seguir escuchando a mi madre, me alejé del altar, directo hacia la puerta, apretando los puños y controlando mi enojo. ¿Qué era lo que había pasado? Idris parecía emocionada y no me sentía capaz de desconfiar de ella, pero los flashes de la prensa me abrumaban e ir