IDRIS DOYLE
Liam y Annie salían de una iglesia ante la algarabía de la familia. Ella lucía un hermoso vestido de novia que disimulaba su embarazo y él se veía gallardo y varonil, con esa mirada tan profunda que tanto me encantaba. Llevaba a Annie de la mano y antes de entrar al convertible que los llevaría a la fiesta privada en la mansión Harrison, se dieron un beso.
Liam sonreía, parecía lleno de vida, lo que jamás logré en todo ese tiempo a su lado, pero era obvio, Annie era la chica con la que siempre soñó, yo solo era la tonta que aceptó ser su amante.
En ese momento Oliver tomó el control y apagó la pantalla, como si supiera que todas esas imágenes me estaban matando. —Te quiero mucho, mami —dijo