IDRIS LYNCH
Antes de dar el primer paso hacia mis hijos, el señor Blake posó su mano sobre mi hombro, queriendo detenerme.
—¡No se atreva a tocarme, maldita alimaña asquerosa y despreciable! —exclamé iracunda y de pronto sentí el pecho lleno de odio.
—Entras a mi casa y ¿te atreves a hablarme así? —siseó sorprendido de mi actitud.
Suspiré buscando recobrar la calma y saqué un sobre de mi bolso para entregárselo. —Esto es para usted… —Me lo arrebató con violencia y lo abrió, descubriendo las fotos de su querida «hija» Allegra, que ahora estaba en manos del mismo monstruo de aquel pueblo—. Le pedí a esa señora y a su hijo que le hicieran a Allegra todo lo que me iban a hacer a mí.
—¿Me estás chantajeando? —preguntó indignado.
—¡No! Yo no soy así —contesté sorprendida—. Yo sé que usted preferiría mil veces ver muerta a Allegra que aceptar negociar, o por lo menos eso es con lo que cuento. —Sonreí divertida—. Así que por eso le indiqué al hombre que no se detuviera, que hiciera con ell