ASTRID
Golpeo el tronco una vez más.
Mis nudillos están enrojecidos, pero no me importa. El aire fresco del bosque arde en mis pulmones, y el sudor me empapa la espalda.
No hay sonido, salvo el jadeo de mi respiración y el golpeteo de mis puños contra la madera.
Una semana.
Siete días sin Ronan.
Compartimos techo… pero no palabras. Dos extraños en la misma casa. Dos alfas distantes, rotos, tragándose el dolor a solas.
Rambo me dijo que él y Livia buscan un modo de romper la protección del reino del agua y buscar a Lucian. Pero ¿por qué con ella?
“Si hubiera corrido más rápido… si hubiera sentido el humo antes… si hubiera escuchado mejor…”
Golpeo el tronco de nuevo.
—¡Astrid! —una voz fresca interrumpe mis pensamientos.
Me giro, con el corazón aún encendido por la rabia contenida.
Freya se aproxima entre los árboles. Desde nuestra última conversación, hemos creado una conexión silenciosa.
—Eunice dice que Catrina va a contar una de sus historias hoy —dice Freya, sonriendo con suavidad