El bulto evidente en su vientre era innegable. Sentí que las fuerzas me abandonaban y que el suelo bajo mis pies se desvanecía.
—Astrid, mantente firme. —susurró Ronan, notando mi estado.
Tragué saliva y levanté la cabeza, obligándome a mantener la compostura. Las palabras de la Alfa del Agua se desvanecieron en el fondo mientras luchaba por controlar mis emociones.
Magnus y Sigrid se colocaron a nuestro lado, y pude sentir la tensión en el aire. Los recuerdos de mi vida pasada con Magnus inundaron mi mente, mezclándose con la realidad de su nueva vida y el hijo que esperaba con Sigrid.
La ceremonia continuó, pero para mí, todo se volvió borroso. Cada palabra, cada gesto, se sentía distante mientras intentaba procesar la revelación que acababa de enfrentar.
Todos los alfas regresamos a nuestro lugar, traté de mantener la compostura. La noticia del embarazo de Sigrid era como mil afilados cuchillos penetrando todo mi cuerpo.
—Tengo que salir de aquí. —le indiqué a Ronan, me moví