NARRADORA
La Beta los miró a todos y en sus ojos, algo había cambiado.
La manada del pantano valoraba la fuerza sobre todo y esta hembra, había demostrado sus ovarios, sin embargo, siempre hubo una última resistencia.
— ¡Disculpe Alfa, pero creo que, al inicio, se dijo bien claro que no se usaría el poder de su mate!
Uno de los guerreros más ancianos refutó, frunciendo el ceño.
— Si tus ojos no vieron como los míos que mi hembra fue envenenada, entonces creo que ya es hora de que te retires de tu cargo.
Hakon bajó al fin, cabreado y angustiado por las heridas de Anastasia.
— ¡Alfa!— el viejo guerrero palideció ante la amenaza.
Claro que lo sospechaba, sin embargo, esperaba el apoyo de los demás, solo que nadie salió a hacerle la seguidilla.
Esto sería una pelea perdida, todos lo veían muy claro, el Alfa estaba metido hasta los calzones con esa loba Centuria.
— Esta daga está envenenada con jugo de varias plantas nocivas, pero sobre todo, Arcadíz.
Sentenció después