HAKON
Caminamos con antorchas por las orillas de una laguna estancada y de aguas turbias en esta pequeña isla, delante de mis ojos, la enorme y estrecha gruta que me lleva a la cueva subterránea.
— Quédense acá afuera como siempre, cualquier cosa, listos y alertas – les ordeno a los veinte guerreros y asienten haciendo una formación de defensa, pero que apunta a la cueva.
Aquí no es cuidarse de lo que pueda entrar, sino de lo que pueda salir.
Solo Carlisse y yo nos adentramos en ese sitio oscuro, húmedo y asfixiante.
El aire es pesado y difícil de respirar.
Nos movemos sigilosos y con prisas hasta llegar a una galería más abierta que se divide en dos oscuras cuevas como bocas de lobo.
Me dirijo a la derecha sin dudarlo y un poco más adentro la veo.
Una enorme pared de hielo grueso en el fondo de esta gruta, un escudo que nos protege de lo que hay más allá.
— Carlisse maldici0n, esto está peor que nunca, ¿por qué demoraste tanto en avisarme? – miro preocupado las grietas prof