NARRADORA
Dalila caminaba seguida de Raven y Cedrick rumbo a su “oficina” privada, más bien un salón entero de sus pociones de bruja, yerbas frescas y cosas raras de experimentación por todos lados.
— ¿Me estabas buscando? – Dalila le preguntó al enorme pelinegro que esperaba en el pasillo delante de su puerta.
— Sí, sí, toqué y al ver que no estaba, ya me iba…— Vincent se quedó un poco confundido al ver la comitiva detrás de la Sacerdotisa.
— Bien, ¿era algo muy urgente? – Dalila abrió la puerta y entró de una.
— No, puedo regresar después…
— Vincent pasa con nosotros, es algo sobre Raven.
Cedrick lo puso al tanto y los tres entonces ocuparon el santuario de Dalila.
Enseguida dibujó su círculo de runas mágicas, con el ceño fruncido y preocupación evidente.
Así mismo estaban todos, un poco tensos, incluso Vincent, que ya Cedrick le había hablado del problema.
— Amor, Cedrick… me duele la mano – Raven le tocó suavemente el antebrazo, para que la soltara un poco.
Cedrick la