NARRADORA
Cedrick observó, como por encima del muro de hielo que se había formado, saltaron lobos fieros, con los colmillos afuera y la rabia en sus corazones.
No iban a obedecer mandatos, ni órdenes del Rey o la Reina, imposible controlarlos a todos y menos cuando luchaban por salvar a sus seres queridos.
Así que la pelea a muerte comenzó de nuevo, se cuidaban las espaldas, mientras se desgarraban y herían con zarpazos y las fauces sangrientas abiertas de par en par.
Vincent a su lado, luchando con valentía, pero Cedrick lo sabía, él solo era una bomba de relojería.
— ¡Aaauuu! – un chillido de agonía se escuchó y Cedrick se giró para verlas.
Las Centurias montadas sobre sus lobos de fuegos, cabalgando hacia la lucha, saliendo del castillo y masacrando a sus enemigos, dejando un rastro de llamas y muerte por donde pasaban.
Raven frente a ellas, heroica y salvaje, su Alfa Centuria, su Reina.
Cedrick se distrajo por un segundo mirándola y de repente…
“¡¡Cedrick!!” – Vincent le