NARRADORA
La mayoría no quería, pero la vida de su familia dependía de eso y batallarían hasta las últimas consecuencias.
Las Centurias se pararon en las gruesas murallas y en el medio de ellas su Alfa, que miraba a la dirección donde sabía que se encontraba esa malnacida.
Como en efecto, Silvana comenzó a avanzar, seguida de su “ejército” y se ubicó a unos metros de la defensa.
— ¡Entrégamelo y ahórrate el que mate a toda tu gente! ¡Si me lo dan, puede que deje algunos con vida! – le gritó a Raven con sarcasmo y su voz inducida con magia llegó a los oídos de todos.
— ¡Hay que ser muy perra sin orgullo, para perseguir a un hombre que nunca te ha amado! ¡Por qué mejor no te rindes tú y puede que te arranque la cabeza más rápido!
Raven le respondió, borrando la sonrisita cínica de la cara de Silvana que encolerizó al momento.
— ¡Veremos cuanto te dura la falsa valentía, mujerzuela! ¡VAMOS, QUÉ ESPERAN, ATAQUEN A ESAS MALNACIDAS! ¡QUIÉN HUYA ME LA COBRARÉ CON SU FAMILIA! – dio un g