NARRADORA
— Ya aquí, no nos queda nada. Uno de nosotros corrió a la manada, en lo que te quedaste inconsciente y todos los demás… fueron asesinados como me dijiste.
Bajó la mirada y habló con voz entrecortada.
El resto también tenía los ojos rojos y cabizbajos.
— ¡Recojan a sus sobrevivientes, las provisiones dejadas por los guerreros, iremos al castillo por el paso de las montañas! – exclamo delante de todos.
— ¿Al palacio? Es ahora un nido de Centurias, ¿de verdad crees que van a recoger a unos refugiados como nosotros?
— Esas mujeres son unas asesinas…
— ¡Ay, Diosa, a dónde iremos ahora, solo somos viejos, niños y algunas mujeres, así no podemos hacer una nueva manada…!
Sollozos y lamentos, palabras de desconfianza.
Yo no confío tampoco en las Centurias, pero sí en Cedrick y en Raven, ella es una buena mujer y es una Centuria.
— La misma Reina Centuria los invita al palacio, nada les sucederá, les doy mi palabra.
— Tienen media hora, si no han decido para entonces, me