NARRADORA
— ¡¡Vincent desgraciado, enfréntame a mí, ven acá y lucha conmigo!! ¡¡Eres un maldit0 cobarde solo peleando contra una mujer!!
Cedrick le gritaba enardecido, cegado en la ira, pero cada vez que intentaba dar un paso para acercarse a Raven, más y más mierd4s de plantas se le echaban encima.
Si flaqueaba solo por un momento, pondría a Raven en mayor peligro al enfrentar a dos enemigos poderosos.
Se sentía impotente y sabía muy bien que si el lobo de Raven no la defendía, con las espadas, no le ganaría a Vincent.
Ese era el arma que mejor se le daba.
Sin embargo, de un momento a otro, Raven logró acercarse lo suficiente para clavarle la corta espada a Vincent en el hombro.
Pensó que era su momento perfecto de prenderlo en llamas, pero cuando iba a incendiarlo con todo, Vincent la agarró con rapidez por la empuñadura y Raven subió la cabeza llena de alerta por el próximo ataque del hombre, ¡estaban demasiado cerca!
Los ojos oscuros, cual abismos, la observaban, parecían querer