— Aaahhh, Cedrick así no puedo – me arqueo cuando baja su cabeza, su largo cabello platino me hace cosquillas en la piel y comienza a lamer mis sensibles pechos.
— Vamos… mmmm… ¿a qué esperas? – enloquezco de lujuria porque su mano ya no bordea y provoca, sino que dos dedos penetran dentro de mi coño y comienzan a bombear adentro y afuera en un delicioso ritmo que me tiene haciendo aguas.
Su otra mano aprieta y toquetea mis nalgas y su boca gruñe caliente, gime sensual y salivea contra mis senos, pasando sus afilados caninos de lobo por mi tierna piel.
La mano a mi espada tiembla y busco a ciegas el maldit0 picaporte, aunque pienso que ya no deseo que aparezca.
— Mmm su majestad, ¿cómo puede ser tan torpe?… mientras más rápido abras la puerta, más rápido pasamos al plato principal, mi Reina – levanta la cabeza de un momento a otro y me seduce, chupando mi labio inferior.
Sus dos manos agarran mis caderas y me hacen descender un poco, dominándome sobre su cuerpo con pura fuerza.
Me es