004

Raven

Cuando volví a abrir mis ojos, en apenas una pequeña rendija, que me dejaba la inflamación, percibí, que me habían arrojado a una de las celdas.

Húmeda y asfixiante, pequeña, donde apenas algo de heno me separaba del frío suelo de piedra.

Estaba perdida, no sabía que iba a ser ahora de mi vida. 

Pero pronto, las respuestas a mis preguntas llegaron más temprano que tarde.

— ¿Ya estás consciente? - la voz que menos quería escuchar en estos momentos, volvía a hablarme por fuera de los barrotes, el Alfa de la manada.

Levanté mi rostro y lo miré con odio y rencor.

— Si hubieses tenido esa actitud antes, no serías una presa tan fácil, ¿quién se iba a imaginar que la huerfanita, ocultaba ese mal genio? – sonreía con sarcasmo.

— Este era el espíritu que deberías haber tenido en mi cama y no el de frígida agonizante que me mostraste.

— Eres un cerdo— escupí apretando los dientes.

— A mí me hablas bien, estúpida, que solo porque te di un poco de favoritismo, no te confundas, ¡yo soy tu Alfa! - utilizó todo su poder para someterme, mientras mi loba gruñía de dolor, bajando la cabeza en mi interior.

Lo odiaba, odiaba tanto ser débil y seguir de sumisa una y otra vez.

— Venía a ofrecerte un acuerdo, algo para que te pudieses quedar, pero si esa va a ser la actitud, entonces cederé a la demanda de todos.

— ¿Qué van a hacer conmigo? - mi voz salió más temblorosa de lo que pretendía, porque me imaginaba lo peor, me echarían de la manada.

— ¿Ahora quieres saber? Para que veas que no soy tan terrible, te lo diré, alguien tiene que irse a la selección, ¿no? – me dijo disfrutando el momento y el terror en mis ojos.

— ¿No me pedías tanto sustituir a tu hermana? ¿No te pareció muy asqueroso acostarte conmigo? 

— Pues vamos a ver que te parece, cuando seas la mascota de medio regimiento de guardias del Rey.

— Preferirás mil veces haberte quedado callada y ser mi amante, aunque tu hermana resultó ser mi Luna, no me importaba mantenerte en secreto, pero ahora, después de todo el espectáculo que diste acusándome, tú misma cavaste tu propia tumba.

Y se fue dejándome mirando al vacío, sin derramar ni una lágrima, porque ya no me quedaban fuerzas.

Una vida de esclavitud, bajo el Rey Alfa, era peor que morir.

No sé cuánto tiempo pasó, pero volví a escuchar otro ruido, que me despertó y entonces, me di cuenta, de que me había quedado en la misma posición por horas, como la loca que cada vez más parecía.

— ¿Marco? – miré hacia arriba, por mi mirada empañada y lo vi, observándome a través de los barrotes.

Algo de esperanza latió en mi pecho.

Marco y yo nos conocíamos desde niños, siempre me defendía del abuso de los demás por ser adoptada y de afuera de la manada.

Con los años, ese cariño se convirtió en afecto y luego en amor, por lo menos de mi parte.

La última vez que él se fue de misión al exterior, a otra manada, prometí que lo esperaría, que aunque después de cumplir los 18 años no fuéramos parejas destinadas, estaríamos juntos. 

En lo único que pensaba mientras era prácticamente violada, era en que estaba fallándole a mi promesa y dándole la espalda a ese amor.

— ¡Abran y sáquenla! - dejó de mirarme, ni siquiera me respondió y les ordenó a dos guardias que entraron y me agarraron por los brazos, arrastrándome hasta la salida, porque mis piernas estaban dormidas y no me respondían.

Levanté la cabeza y miré a esa espalda fuerte, que siempre me había protegido y me daba fuerza y confianza, mi mate, mi compañero destinado, que ahora, me llevaba hasta mi perdición, solo para no verse involucrado conmigo y su buen nombre.

No sé, por qué fui tan tonta de pensar por un segundo que venía a rescatarme, a decirme que me ayudaría a escapar.

— Estamos aquí para hacer el juicio de Raven Greta, acusada de agredir a la Luna de la manada y difamar en contra de nuestro Alfa. 

Me habían metido dentro de una jaula, como si fuese un animal, mientras toda la manada se reunía en la plaza central, y el grupo de ancianos, guerreros importantes, el Beta, más el Alfa, precedían este infame juicio.

— Creo que no hay mucho que decir en este caso, ya que todos vieron lo sucedido con sus propios ojos.

— Nuestra propuesta es que la acusada sea enviada dentro de una hora, cuando vengan a por el tributo— propuso así, sin mucho preámbulo, el Beta de la manada, el padre de mi mate.

Sé que ese señor nunca me quiso cerca de su hijo. Ni siquiera sé si sabe que somos parejas destinadas, pero se nota lo desesperado que está por deshacerse de mí.

Los miembros de la manada, comenzaron a gritar alterados que me enviaran, que no hacía falta juicio para eso.

— Tranquilos, tranquilos, no somos unos animales incivilizados. Todos se merecen un juicio— la voz magnánima del Alfa resonó y yo solo sonreí con ironía.

Él, precisamente, hablando de justicia, cuando escogía a las chicas para la selección solo bajo su criterio y a quien le daba la gana.

Era una manera de decirle a todos, te metes conmigo, me desagradas y quizás tú, o algún miembro de tu familia, sean los próximos seleccionados.

Para qué perder el tiempo en todo ese circo, si ya todos sabíamos los resultados.

La oveja negra sería la sacrificada y no importaban los cargos, si hubiese bajado la cabeza como siempre, solo tenía dos opciones, o me convertía en la amante del Alfa, o igual me iban a ofrecer como la ofrenda del sacrificio, porque era mejor la extranjera, que una de las chicas de la manada.

— Bien, votemos – ordenó el Alfa y comenzó la ridícula votación entre los miembros del consejo.

No me importaban las demás votaciones, pero levanté mi cabeza para ver una en particular, la de mi mate.

Casualmente, había sido uno de los últimos guerreros en votar.

Sabía muy bien la decisión de los demás, pero aún, a esta altura, tenía la absurda e infantil esperanza de que él votara en contra de que me enviaran.

Nos quedamos mirando a través del espacio, y fue como si todos los buenos momentos que pasamos juntos, se vertieran en mis ojos como una vieja película.

Entonces descubrí, que los únicos recuerdos agradables en esta manada, los tenía con mi padre y con él.

— ¿Marco? – la voz del Beta, su padre, le habló con severidad sacándolo de su momento de vacilación – Todos esperamos por ti.

— Acepto que sea el sacrificio – dijo apartando la vista de mi cara y mis manos se apretaron en los barrotes, cerrando mis ojos con total desilusión y dolor.

Pensé, que el hecho de que no hubiese roto ya el vínculo, significaba que, quizás, algo tan increíble con que me ayudara a escapar en secreto y nos fugáramos, pudiese suceder.

No termino de madurar, a pesar de los golpes de la vida, sigo siendo una niña tonta y patética.

— ¡Esperen! - gritó una voz que conocía muy bien, era la mujer a la que había llamado madre toda la vida.

— Alfa no estoy de acuerdo solo con ese castigo, esta desgraciada golpeó a mi hija hasta la desfiguración.

— Pasarán meses para que su rostro se cure, ¡no se puede ir así sin más! – me miró destilando un odio infinito.

— ¿Qué castigo adicional propones entonces? – el Alfa le preguntó.

— Quiero que le den latigazos, así como a los traidores de la manada, porque lo que hizo es una traición a su Luna y a usted como su Alfa. 

El látigo de los traidores, ese que ni los guerreros más fuertes aguantaban.

Esta mujer, a la que le hice caso en todo, por la que me dejé humillar por años, a la que le mendigué algo de cariño, la que me envió sin compasión a la cama de un desgraciado para salvar a su verdadera hija, lo pedía para mí, una pequeña loba.

Comencé a reírme en mi jaula, casi como una demente, llorando y riendo.

Todos fijaron los ojos en mí, con toda clase de miradas, pero sobre todo, desprecio y odio.

— De paso, también explícale al Rey Alfa, por qué su tributo llegó muerto a sus manos – solté como si no estuviese hablando de mí misma, pero eso, los hizo pensar.

— Es cierto, Alfa, ni siquiera un hombre aguanta ese castigo, es obvio que morirá antes de llegar, ¿eso no nos deja de nuevo con la vacante sin cubrir? – mi querido mate habló y todos se pusieron a planificar si convenía o no despellejarme viva.

— Lo siento, pero no puedo acceder a tu petición. Se enviará cuando la vengan a buscar y punto – y por mucho que protestó, al menos me pude librar de esa tortura.

Entonces caminó hasta mi jaula y antes de que reaccionara siquiera, sentí algo mojado en mi rostro, me había escupido en la cara.

— Solo espero, que vivas una vida peor que un infierno y que desees morir en cada segundo de tu patética existencia – susurró entre dientes.

— Esa vida, ya la empecé a vivir a su lado, “querida madre” – le respondí también con odio infinito.

Todo el amor y la devoción que podría sentir por ella, murió después de tanto desprecio y maltratos.

Antes de irse, me dio la mirada más cruel y con el mayor resentimiento que había recibido jamás, esa, que me estaba guardando, desde que su marido llevó una pequeña bebé huérfana a su casa.

Los guardias del Rey Alfa no tardaron en llegar para llevarme en la misma jaula.

Miré, mientras me alejaba en una carrera, a lo que había sido durante todos estos años el sitio que llamé hogar, pero solo había sido una prisión.

En una colina, en la salida de las tierras de la manada, vi a un hombre solitario. 

Su figura entre las sombras y la luz, solo mirando mientras me llevaban.

Aunque él no quiso disolver el vínculo, no sé por qué razón, pero yo misma comencé a recitar el encantamiento de rechazo.

“Yo, Raven Greta, te rechazo como mi mate, te libero del compromiso que la Diosa puso sobre nosotros, para que seas libre de la prisión de nuestro lazo”

Hablé a través de nuestro vínculo y a pesar de que él me bloqueaba en otras ocasiones, sabía que ahora mismo, me estaba escuchando, sin embargo, no lo aceptó.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo