¡¡¡El corazón de Ayseli se agitó!!!
Sus ojos se abrieron de par en par, mostrando su desconcierto.
—¿Qué…? —murmuró la hembra—. ¿Esto es una broma?
Ese macho tomó la copa de vino, la alzó despacio.
El rojo oscuro manchó sus labios un instante, lamiendo con su lengua el vino.
Luego negó con la cabeza, despacio, con esa seguridad arrogante que lo caracterizaba.
—No es broma —replicó el Alfa, con calma cortante—. Puedes ir por ahí y explorar… como una cachorrita en tierra nueva~
El ceño de Ayseli se frunció al instante.
El rubor le subió al rostro, no de vergüenza, sino de furia.
¡Una burla!
Ese Alfa jugaba con sus ansias de libertad, le hablaba como si fuera una criatura torpe.
Ella apretó los puños sobre su regazo.
Ese macho se levantó.
SCRAAA~
La silla raspó la piedra del balcón. Avanzó con paso firme hasta su lado.
Tap~ Tap~ Tap~
Él se inclinó hacia ella, y su sombra cayó sobre la hembra. Con una mano grande le tomó el mentón, con su tacto fuerte