Capítulo 26
La lluvia caía sin descanso y abundante sobre la Manada Luna Roja. El aullido de los lobos era un canto de lamento que impregnaba el aire de tristeza, un tributo a su Luna.
Frente al ataúd de Catalina, Matthew permanecía inmóvil, atrapado en el tiempo. El agua empapaba su ropa, pero no se movía. Era la única forma de disimular sus lágrimas.
Catalina había muerto y el no pudo compartir con ella las últimas horas de vida como siempre lo prometió.
Su mente lo arrastró a unas horas atrás...
—¡Ayuda, mi prima no respira!
El grito desesperado lo hizo correr desde el estudio hasta la habitación en cuestión de segundos.
Cuando llegó, su corazón se detuvo.
Catalina estaba sobre la cama, su rostro pálido, sus labios morados. Sin vida.
—¿Qué pasó?! —gruño, mirando a Cecilia incrédulo.
La loba sollozaba, fingiendo que le dolía, su cuerpo temblaba, y sus lágrimas salían con dificultad de sus ojos.
—No lo sé... estaba en el baño y cuando salí... ella ya estaba así... ¡Está muerta!
Matth