Inicio / Romance / LUNA AZUL Dos Vidas Una Misma Alma / CAPITULO 1 💙EL BAILE DE LA LUNA AZUL💙.
CAPITULO 1 💙EL BAILE DE LA LUNA AZUL💙.

LUCIEN VON MUNTEAN

CASTILLO BUCOVINA.

─── ∙ ~εïз~ ∙ ───

Estoy absorto en un libro de cubierta café, sentado en la fuente de piedra del jardín trasero. El agua cae suave tras de mí, un murmullo constante que me ayuda a ignorar el mundo. Las hojas de los castaños tiemblan con la brisa, y el aire huele a tierra húmeda y rosas tardías. No doy importancia a la presencia de mi molesto hermano y sigo la lectura como si nada. Asumo que el recién llegado se irá así como llegó.

—¿Qué lees?

—Nada que sea de tu interés, Loan —respondo sin despegar la vista de las páginas. Las esperanzas de que se marche se evaporan en cuanto siento a mi mellizo sentarse a mi lado.

—Qué arisco, hermanito. Solo quiero hablar contigo.

Cierro el libro con un golpe seco y poso mi mirada en el rubio molesto junto a mí. Bien peinado, ropa impecable, esa sonrisa de superioridad que me dan ganas de borrarle de un puñetazo. Pero no lo hago. Porque sé que es exactamente lo que espera. Y no le doy el gusto.

—Solo vienes aquí seguramente por petición de Dorian —me pongo de pie de la fuente en la cual me gusta leer escuchando el sonido del agua correr—, te ahorraré las incómodas preguntas. Es un día más que no consumo sangre humana. Si vienes a eso, Anka te lo puede confirmar.

Loan también se levanta de su asiento, yendo tras de mí. —Ya no eres un chiquillo — espeta con voz seca pero solo le ignoro.

La falta del líquido carmesí humano hace de mí un peligro en potencia. Pero soy el terco vampiro que se niega a la realidad de mi naturaleza, o eso es lo que mis hermanos dicen de mí. Y me importa una m****a lo que piensen.

—Tu abstinencia nos podría hundir a todos, lo sabes —reprocha Loan perdiendo un poco la paciencia.

Iba a replicar pero en frente de ambos se interpone Sophie, una hermosa rubia de baja estatura y brillantes ojos azules. Siempre aparece cuando las cosas se ponen tensas. Como si tuviera un radar para el drama.

—Ya basta —habla la rubia mirando retadora a Loan—. No podemos obligar a Lucien a tomar sangre si no es su deseo.

—Eres tan blanda como Dorian —espeta Loan con desdén en sus palabras—. Pero ¿qué podíamos esperar de una humana convertida? Aunque lo intentes, nunca serás una de nosotros, princesa. Solo fuiste transformada, para no morir con el engendro que llevas dentro de ti.

Mi hermano posa su mirada gélida en Sophia en un intento de amenaza. Como si con eso pudiera borrar lo que ella es. Como si no supiera que Dorian la protegería con la vida.

Se marcha, dejándome solo con la chica.

La muchacha se da la vuelta, esbozando una sonrisa que me hace a mí también reír. No una risa fuerte, ni sincera del todo. Solo un gesto seco, casi involuntario. Pero sale.

—Lucien, no permitas nunca que tus ideales sean pisoteados...

—¿Por qué haces esto, Sophia? —pregunto confundido. Esta no es la primera vez que la compañera de mi hermano mayor intercede por mí ante mis hermanos.

Sophia camina a los rosales, se arrodilla ante los arbustos de hermosas rosas rojas. Vuelve su vista a mí. Me acerco a la muchacha también arrodillándome a su lado.

—A parte de mi amado Dorian —me mira con ternura y esto me desconcierta un poco—, eres tú quien me ha tratado con respeto y me has aceptado como soy —responde Sophia con voz calma.

Cabizbajo, sigo con mis manos sobre mis rodillas. No sé qué responder a Sophia. No es normal, no soy afectuoso con nadie. Aún así entiendo que este es un comportamiento común en los humanos yo, aunque nacido vampiro, aún no domino ese tipo de intercambio.

—Lucien —llama Sophia sacándome de mis pensamientos.

—¿Ah? —respondo sin ánimos.

—Quita esa cara si —me ordena la alegre rubia poniéndose de pie, ofreciendo su mano para también incorporarme.

—Para Dorian soy una decepción y no finjas no saber de qué hablo...

—Claro que no —interrumpe—, y no digas tonterías. Para tu hermano eres tan importante como lo es Loan, o Jasper y hasta Aleph. Así que no digas esas cosas.

Me anima en un intento por subir mi ánimo. Y aunque no lo admitiría, ayuda. Un poco.

La muchacha de vestido azul oscuro y complicadas flores tejidas en hilos dorados me regala una sonrisa. La cual no entiendo, porque no hay razón para que me sonría así, sin interés, sin miedo. Solo... por hacerlo.

—Gracias —es lo único que sale de mis labios.

—Ya sabes, nada de caras largas —dice—, esta noche tendremos un baile y tú debes verte guapo.

—¿Guapo? —cuestiono, pero Sophia ya está lejos para responder.

──𖥸──

AMELIE APAFI.

─── ∙ ~εïз~ ∙ ───

El castillo Von Muntean abre sus puertas ante la nobleza rumana. El paje abre la puerta del elegante carruaje. El primero en bajar es el vizconde Apafí, mi padre. La segunda en bajar soy yo, su primogénita, lady Amelie Apafí.

Cruzo miradas con mi padre. Su expresión advierte lo que ocurrirá si cometo un error esta noche. Subo las escaleras temerosa, quiero salir corriendo pero eso no es una opción para mí.

—El duque de Bucovina tiene cuatro hermanos, Amelie. Me daría por bien servido si llegas a pertenecer a la ilustre familia Von Muntean.

—Sí, padre.

Sigo a mi padre mientras él solo me da instrucciones de lo que debo y no debo hacer esta noche. Ni siquiera he entrado al castillo y ya tengo deseos de huir de este lugar.

Suspiro cansada, mirando la luna que esta noche tiene una peculiar tonalidad azulada preciosa. Me tiene fascinada.

No quiero entrar al salón de baile. Allí solo hay más personas como mi padre y ya estoy cansada de eso.

—No deberías estar aquí sola. La música adentro está animada.

Al reconocer la voz apresuro mi vuelta, haciendo una reverencia.

—Lady Bucovina —digo bajando la mirada, avergonzada por hablar sola. Mi padre, hace unos momentos me había mostrado a la duquesa, desde la distancia.

—A ti no te gusta el protocolo, a mí tampoco. Puedes llamarme solamente Sophia. Y tú, ¿cómo te llamas? —inquiere la rubia de delicado vestido rosa, mirándome con genuina amabilidad, algo poco común en estos eventos.

—Amelie.

—Muy bien, Amelie. La noche apenas comienza y hay muchas piezas que bailar.

La atrevida duquesa me toma de la mano sin previo aviso. La rubia me lleva a rastras al interior del castillo, hasta el salón donde el baile se lleva a cabo. Mi timidez me hace sentir menuda y pequeña ante tantas personas que me miran como si fuera un bufón de la corte del emperador.

El lugar es precioso, completamente iluminado con muchas velas puestas en grandes lámparas doradas, con centenares de pequeños cristales reflejando la luz de las velas.

Las parejas se aglomeran en el centro del salón, moviéndose al ritmo del vals. Los caballeros hacen girar a sus parejas, haciendo ondear sus largos y coloridos vestidos.

Camino con cautela, no quiero llamar la atención de nadie. Este tipo de eventos no es mi ambiente. Miro el amplio ventanal. La vista del jardín iluminado por la luna es simplemente encantadora.

Salgo por uno de los balcones. El aire nocturno acaricia mis lacios mechones, haciéndome cosquillas en las mejillas.

—Si tan solo pudiera vivir mi vida a mi manera, sin tener que obedecer y mucho menos casarme con un desconocido solo porque mi padre cree que es lo mejor para mí.

—No eres la única con problemas, niña —dice una voz masculina, haciendo que me sobresalte. Creo haber estado sola.

Giro sobre mis pies, buscando la procedencia de aquella voz. Abro la boca al ver al muchacho sentado en el barandal del balcón. Podría caer en cualquier momento. Verlo ahí, corriendo aquel peligro, me pone de nervios.

—¿Qué haces ahí? ¿Acaso estás loco? —inquiero preocupada por aquel muchacho. Un mal movimiento y la caída sería mortal.

—Ojalá la muerte fuera una alternativa para mí —responde con tono sombrío.

Lo observo con atención. Es un completo desconocido para mí. Una sonrisa de labios cerrados se dibuja en su rostro. A pesar de su comentario lúgubre, hay algo en él que me resulta fascinante.

—Te estoy hablando. Baja de ahí, podrías romperte el cuello —insisto, alarmada por su imprudencia.

Veo cómo se ríe y me siento ridícula por preocuparme. Qué divertido debo parecerle, regañándolo como si fuera mi hijo. De la risa pasa a la carcajada. De un salto se posiciona frente a mí. Ahogo un grito de sorpresa, llevando ambas manos a la boca, seguida de unos pasos torpes hacia atrás. Él avanza y yo solo camino hacia atrás, temerosa. Veo en sus ojos que quiere ver si noto que me acorrala.

Él avanza y yo retrocedo, hasta que mi espalda toca la pared.

—Es usted un imprudente —digo molesta con la irresponsabilidad de ese hombre.

—Y usted una miedosa —responde sin abandonar su actitud burlesca. Veo que se divierte provocándome, aunque no debería eso es grosero.

—No es miedo, pero lo que usted ha hecho es una irresponsabilidad —replico molesta.

—Qué mujer tan histérica y exagerada... —dice con una sonrisa que me saca de quicio.

—Lucien —llama una voz femenina, haciendo callar el juego—, esas no son maneras de tratar a una dama y menos a una noble —le reprocha Sophia al muchacho como si fuera un niño.

—Lady Amelie, le presento a mi cuñado, lord Lucien Von Muntean —presenta Sophia a su poco educado familiar. Definitivamente esta mujer parece más su madre, que otra cosa.

Miro a la rubia y luego al patán de ojos verdes frente a mí. No quiero meterme en problemas con mi padre por alzar la voz a ese hombre. Si es uno de los hermanos del duque podría meterme en problemas.

—Gusto en conocerle, lord Von Muntean —hago una reverencia ante el rubio—, mi nombre es Amélie Apafí.

Lo veo inclinarse a mi altura. Hay algo en su mirada que me hace sentir vulnerable.

—Mentirosa. No es un gusto conocerme, estás que me matas con la mirada —dice con ironía, guiñándome un ojo. Al oír su título, siento cómo se me baja la altivez de hact un momento, creo queesto va a traerme consecuencias.

—Bueno, si se llevan tan bien ustedes dos, en lugar de estar aquí vayan a bailar. Son los únicos que no he visto moverse al ritmo del vals. Vamos, vamos —anima la hermosa anfitriona del baile, contribuyendo a su jugarreta conmigo.

—Tienes razón, querida Sophia —responde siguiendo la corriente mientras se incorpora. Veo cómo me ofrece su mano y noto la travesura en sus ojos—. Lady Amelie, ¿me permite bailar esta pieza con usted?

Quiero negarme, pero veo cómo se me adelanta, tomando mi mano y llevándome casi a rastras al medio del salón. No me da tiempo a reaccionar.

—Iba a decirte que no, pero sé que no aceptarás un no como respuesta —digo, aunque en el fondo me alegra no quedarme sola.

—Sé que me iba a decir que no, pero dígame, ¿quería quedarse sola ahí toda la noche? —cuestiona de manera traviesa, tomandome de la cintura y acercándome más a él.

La música comienza a sonar. La melodía fluye con suaves matices. Ambos seguimos el compás. Aunque de vez en cuando rehúyo al esmeralda escrutinio de Lucien. No puedo evitar sentirme expuesta ante la nada discreta mirada del rubio de coleta baja y actitud relajada y burlesca.

—En el lago sonreía, y se veía preciosa, mi lady —dice acercándose a mi oído. Siento un escalofrío recorrer mi espalda.

Abro los ojos al máximo. Ese día creí estar sola en el lago. —¿Usted estuvo allí? —pregunto en un hilo de voz, alzando el rostro. Lo veo mantener esa expresión de arrogancia que me irrita tanto.

—Sí, la vi salpicar el agua cual ganso dándose un baño —comenta con una sonrisa ladina. Me sonrojo hasta las orejas.

—Sus manos están muy frías —digo, percatándome de la baja temperatura de Lucien.

—No intentes cambiar de tema —digo percantadome de esto y con la esperanza de dejar atrás ese tema.

—En serio, sus manos...

—Es que soy un vampiro —susurra con voz misteriosa, haciendome girar sobre mis pies.

—Eres un tonto —replico molesta—, no sé por qué me preocupo por un tonto que no toma nada en serio.

—Qué gesto tan amable, mi lady. Por lo general ni mi familia se preocupa por mí —responde con ironía, aunque veo algo más profundo en sus ojos—, no se preocupe, Amelie. Estoy bien, es algo normal. Mi temperatura siempre ha sido así —dice, tratando de sonar convincente ante mi insistencia.

—Entiendo —digo, no muy convencida de sus palabras. Pero si sigo insistiendo, no me va a responder con la verdad, solo dará una respuesta sin sentido para burlarse de mí como lo ha hecho en toda la noche.

El vals termina y me suelto de su agarre. Me alejo entre el resto de las parejas que también bailan en el salón. Algo en ese joven me i***a a quedarme, pero sé que lo mejor es irme, ya han sido muchos momentos incómodos hoy.

Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP
Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP