PRÓLOGO.
LUCIEN VON MUNTEANBosque de Băneasa Rumanía. ─── ∙ ~εïз~ ∙ ───Estoy en lo alto de un roble antiguo, sentado en una rama gruesa que casi parece hecha para mí. Nadie mira hacia arriba. Esa es la primera regla del depredador: los humanos siempre miran al frente, nunca al cielo.El Bosque de Băneasa es tranquilo hoy. Sol suave entre las hojas, brisa tibia, el crujido de ramas bajas bajo pasos lejanos. Vengo aquí cuando necesito aire, o fingir que lo necesito. En realidad, vengo porque aquí puedo dejar de actuar.Abajo, en el castillo, tengo que masticar pan, beber vino, sonreír como si me importara el precio del trigo o el vestido de la duquesa. La comida humana no es de mi agrado, prefiero la tibia sangre de los ciervos. Pero aprendí hace tiempo que, para vivir entre ellos, hay que fingir que perteneces.Una voz seguida de una risa me hace abrir los ojos. —Juleka, dime algo… ¿no te parece precioso este lugar?Levanto apenas la vista.Es una chica. Vestido lila
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