Capítulo 89. El mismísimo Dominic King.
Izan
El despacho olía a tabaco, a whisky caro, a mentiras baratas y frustración. Estaba sentado, con los codos apoyados sobre el escritorio y el rostro entre las manos. Había perdido la cuenta de cuántas veces había repasado cada decisión. Cada palabra. Cada gesto que pudo haberlo cambiado todo. Me sentía culpable por no haber sido diligente desde el primer momento, por haberme dejado engañar.
Las paredes forradas de roble oscuro parecían cerrarse sobre mí cuando la puerta se abrió de golpe.
Mi madre.
Carolina Armone de Quintero entró como un huracán vestido de seda negra, sus ojos, los mismos que heredé, ardiendo con una furia que solo las leonas conocen.
—¡Dime quién carajos se llevó a Trina!
La voz de mi madre me atravesó como un cuchillo oxidado. Me puse de pie de inmediato. Carolina Armone no era una mujer que preguntara dos veces. Su sola presencia podía congelar el alma de los más duros. Y esta vez venía desatada. Furiosa. Descompuesta de rabia.
—Mamá... yo ya te dije que e