Capítulo 65. ¿Te gusta jugar con fuego?
Dominic
Una sonrisa enigmática curvó sus labios.
—¿Acaso tengo otra opción?
—No suelo complacer a nadie, pero haré una excepción contigo —dije con tono bajo, enredando un mechón de su cabello entre mis dedos.
Ella resopló con ironía.
—Oh, qué honor.
Me limité a mirarla. Había sido mía toda la noche, y aun así, seguía desafiándome con esa mirada de hielo.
—Cualquier cosa que pidas —le aseguré.
Sus labios se curvaron en una sonrisa burlona.
—¿En cualquier cosa?
—Lo que sea.
Ella se rio. Un sonido frío y cortante.
—¿Estás seguro? Entonces, déjame irme.
Sus ojos verdes brillaron con una chispa de malicia.
El aire entre nosotros se volvió más espeso. Sus ojos me desafiaban, esperando ver si tenía el valor de cumplir mi promesa.
El aire se espesó. Mis músculos se tensaron como cuerdas a punto de romperse.
—Jamás, todo, excepto eso —la agarré de la cintura, arrastrándola contra mí—. Eres mía. Y no te soltaré.
Ella no se inmutó.
—Entonces, dejar de prometer lo que no