Capítulo 142. Su sombra, su guardián.
Dominic Ivankov
El otro día, una rubia que habría sido mi entretenimiento sin nombre en otros tiempos, se acercó en el pasillo. Me puso la mano en el brazo y sonrió con esa boca hecha para el pecado. Yo le quité la mano como si me quemara. Ni siquiera le hablé. Ni siquiera la miré.
Me molestan. Me repugnan. Me dan asco. No porque no sean hermosas. Sino, porque no son ella.
Yuri lo notó.
—Estás actuando como un hombre enamorado —dijo con esa voz burlona suya, sin dejar de revisar los informes del operativo.
No respondí. Solo lo miré. Lo suficiente para que entendiera que si seguía por ahí, podía perder un diente o la lengua.
Pero no lo negué.
Porque, joder, si aún no lo estoy, creo que estoy muy cerca.
Desde que me marcó con sus iniciales en el pecho, que podía matarla por eso.
Y desde que la había visto dormida y rota, con tubos por todos lados, y su alma colgando de un hilo que casi se rompe, solo he querido protegerla.
Me incliné sobre la cama. Su respiración era suave, constante. L