Capítulo 129. La traición de la sangre.
Me estremecí, alejando ese pensamiento. No, no podía dejar que eso ocurriera. Tenía que encontrar una salida, para los dos.
Mis ojos se posaron en la maltrecha figura de Elizaveta que yacía en la cama. A pesar de todo, aún había un destello de desafío en su mirada. Eso despertó algo en mí: una feroz protección que no había sentido en años.
—Escúchame —le dije arrodillándome a su lado. —Sé que te duele. Sé que tienes miedo. Pero necesito que seas fuerte solo un poco más. ¿Puedes hacerlo por mí?
Asintió débilmente, sin apartar los ojos de los míos.
—Bien —continué, con voz baja y urgente. —Porque tengo un plan. Es arriesgado y puede que no funcione. Pero es nuestra única oportunidad. ¿Confiarás en mí?
Guardó silencio durante un largo rato. Luego, lenta y dolorosamente, respondió.
—No tengo otra alternativa… aunque ya he perdido la esperanza.
En ese momento, supe que no había vuelta atrás. Aunque primero debía esperar que se curara.
Mientras el médico trabajaba y el viento siberiano aull