Capítulo 120. Un trato con el enemigo.
Dominic
Cuando finalmente aterrizamos, el horizonte estaba teñido de un rojo sangriento, quizás como presagio de lo que vendrá. Los guardias me escoltan fuera del avión, sus manos firmes, pero temblorosas. Puedo oler su miedo, agrio y penetrante.
Caminamos al lugar donde Seamus me esperaba. Mientras me desplazo, todo se ve tenue, tenebroso. El aire es pesado, saturado de la esencia de los hombres de Seamus, y de la rabia que corre por mis venas como un veneno.
Mi respiración es lenta, calculada. En el fondo, sé lo que me espera. Me estoy preparando para ver la imagen de Trina, de la mujer que se encuentra ahí, atrapada, vulnerable y torturada.
Y entonces lo veo. Seamus, rodeado de sus hombres como un rey entre sus súbditos. Su sonrisa es fría, calculadora. Cree que ha ganado.
¡Pobre idiota!
Me acerco a él, cada paso resonando como un latido en el silencio tenso. Nuestras miradas se encuentran y, por un instante, veo un destello de duda en sus ojos. Sabe que algo no está bien, pero no