POV Maite.

—¿Lo haces? —preguntó. Pero mi silencio fue mi respuesta.

—Antes de que descubrieras toda la verdad sobre él… me llamó —confesó con tono serio—. Me dijo que tenía miedo. Que por eso no te lo contaba. Porque sentía que, si lo hacía, te perdía. Por eso calló. No lo hizo por burla o diversión. Fue por miedo. ¿Lo entiendes?

Mis manos se apretaron sobre mis muslos. Y un nudo trancó mi garganta.

—Dime una cosa —insistió—. ¿Qué es lo que más te disgusta de él?

—Todo —respondí, de forma seca y automática.

Ariadna soltó una carcajada tan genuina que no pude evitar sonreír, a pesar de mí misma.

—Mentirosa.

Cuando ingresamos a la boutique, noté que era como sacada de un sueño. Todo era de color blanco, y de cristal, con música suave de fondo. Y una dependienta nos recibió con dos copas de vino espumoso, y al inhalar pude percibir un aroma exquisito a gardenias. Parecía un paraíso artificial para olvidar el infierno cotidiano.

—Vamos, quiero verte vestida como una diosa griega —m