Cap. 101. Un mes de tregua.
Narrador omnisciente:
Alexandros subió al avión, sin prestarle atención, mientras ella lo observaba con los ojos llenos de lágrimas. La angustia la estaba devorando por dentro, el temor a perder a sus hijos era más grande que la rabia.
Dentro del avión, los niños, pequeños e inocentes, lo miraban, temerosos. Gianna, abrazada a su padre, con sus ojitos llenos de dudas, y Gael, más grande y consciente, lo veía con ese silencio que solo los niños tienen cuando algo no les cuadra.
—¿Papito por qué mamá está llorando? —preguntó Gael, con un tono suave, casi como si no comprendiera lo que sucedía.
Alexandros, con una sonrisa tranquilizadora, trató de apaciguarlos, agachándose para mirar a los niños a la altura de los ojos.
—No te preocupes, pequeño, mamá, solo está nerviosa —dijo, con una serenidad que no era más que una fachada.
Gael, aún sin entender, miró fijamente los ojos de su padre.
—¿Es por qué eres un señor malo? —preguntó, con los labios temblorosos.
Alexandros forzó una sonrisa