Una cosa a la vez.
No se había equivocado al pensar que la noche sería distinta. Lo estaba siendo por varios motivos. El primero y principal: se encontraba en la casa de su jefe, el hombre que veía cinco días a la semana y con el que fantaseaba todas las noches. Segundo: estaba más que encantada de conocer a su jefe fuera de la oficina, de la empresa en sí. Y tercero: nunca imaginó ver esta faceta de hombre hogareño.
A pesar de que la noche recién estaba comenzando, había ocurrido un par de cosas que ocasionó que reflexionara al punto de sentirse un poco desconcertada. Hubo un pequeño momento entre ellos, uno que no pasó desapercibida la mirada que su jefe le dio. Honestamente, no tenía mucha experiencia sobre el tema porque solo había tenido dos novios en su vida, pero eso no significó que no se diera cuenta de cierto atisbo de algo más en los ojos de su jefe. Tal vez solo había sido su mente jugándole en contra al suponer que el hombre le había regalado una mirada cargada de lujuria. Quizás estaba si