Quiero estar solo.

No supo cuánto tiempo estuvo con la mirada perdida mientras sus pensamientos continuaban enredándose entre sí. Sentía su cabeza a punto de estallar y soltó un gemido lastimero cuando una punzada le atravesó las sienes.

—¿Andrew? —Cerró los ojos por unos segundos… Su asistente seguía en la casa—. ¿Estás…?

—¿Escuchaste, verdad? —preguntó, abriendo los ojos y mirándola de soslayo. Por más que ya sabía la respuesta, quería oírla de la boca de ella.

—Sí. —Asintió, se puso de pie y caminó hacia la cocina—. El señor Delclaux tiene pruebas explícitas de nosotros y te recomendó que me despidieras. Pero no dijo que es lo que quiere. ¿Tienes alguna idea de lo…?

—Quiero estar solo, Johari —pidió, abriendo una gaveta. Cuando alzó la mirada, algo se quebró dentro de su pecho. Los ojos color marrón oscuro, casi ébano, habían perdido el brillo. La mirada que le estaba dando su asistente era vacía, casi clínica.

—¿Quieres que te deje solo cuando los dos estamos implicados en un enorme problema?

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