Contra cualquier pronóstico, terminó haciéndose a un lado y dejando al hombre ingresar a su casa. Era evidente que no estaba aquí para continuar con la celebración de su cumpleaños y no le agradaba en lo absoluto que Delclaux hubiera llegado de improvisto. ¿Qué tan urgente sería ese negocio? Quizá había ocurrido algo anoche y no se había enterado. Tal vez en serio el hombre había concretado algún negocio con algunos de los invitados especiales que estuvieron anoche en la fiesta y no lo sabía. Aun así, tenía un extraño presentimiento dentro de su pecho que no le daba buena espina. Con todas las cosas que habían estado ocurriendo entre Luciano y él, podía esperar cualquier cosa.

—¿Quieres algo de beber? —preguntó, simplemente por cortesía. Condujo al hombre al living y un malestar anidó dentro de sí cuando lo vio sentarse en el sofá, como si fuera dueño y señor de la casa. Tampoco le gustaba la sonrisa tétrica que seguía esbozando.

—Supongo que te acepto un café. —Luciano siguió sonri