La propuesta.
La tranquilidad y paz quedaron en segundo plano en el momento en que ingresó a la sala de juntas. Los nervios abrieron un camino dentro de sí e hizo todo lo posible por no delatar en su semblante estoico su verdadero estado anímico.
—Buenas tardes, señores miembros de la Junta Directiva —saludó, ocupando su lugar habitual.
Oyó los saludos de cada ejecutivo y asintió. Inhaló hondo mientras hojeaba los documentos que tenía delante de él.
—Supongo que en esta reunión discutiremos nuevamente el problema que nos genera la renuncia del vicepresidente, Delclaux Luciano —comentó Emma—. A todo esto, ¿dónde está Tanner Francis y la señorita Woods?
—Aquí estamos, señores. Perdón por el retraso.
Su hermano ingresó a la sala, escoltado por Johari. Frunció el ceño al ver la sonrisa altanera en el rostro de su hermano. Dios, conocía esa sonrisa y muy bien. Rogó porque las cosas no se complicaran más de lo que ya estaban.
—Bien. Ya estamos todos. Por favor, siéntense —indicó Rosalía, haciendo u