Bochorno.

Vio a Johari encogerse en la silla, como si quisiera hacerse más pequeña, inclinándose hacia atrás y encorvando los hombros hasta que su cuello casi desapareció. La culpa estaba escrita en cada centímetro de la mueca de dolor de su hermoso rostro de piel canela. Pese a eso, él reprimió ese tirón que quiso adueñarse de su estómago. No era el jodido momento para tener y sentir esa creciente atracción que solo ella le provocaba. Por amor a Dios, ella lo había visto en ese maldito vídeo. Ella lo había visto en una situación íntima…

—De nuevo, ¿qué crees que estás haciendo? —repitió, su voz adusta y fría.

Miró la pantalla del ordenador y su boca se convirtió en una línea aún más fina. Ese maldito vídeo, que lo había perseguido desde la primera vez que lo vio, hace una semana, todavía estaba en el reproductor de vídeo. Desde su posición, él pudo ver que el vídeo se había reproducido hasta el final y pudo ver el mensaje adjunto de Alessandra.

—Yo… —Notó que su asistente comenzaba a recobr
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