54. CAMINOS
LIAM
El bosque parecía un animal vivo.
Respiraba. Se estiraba. Cambiaba.
Cada vez que dábamos un paso, las sombras se reacomodaban como si intentaran tragarnos, y a estas alturas, era evidente que nos habíamos separado por completo de los guardias. Quizás por accidente... o quizás porque así lo quiso este maldito territorio.
Mi ataque de viento abrió de golpe el follaje frente a mí, obligando a retroceder a tres de esas aves oscuras que nos venían siguiendo desde hacía minutos. Las criaturas chillaron, y antes de que pudieran volver a lanzarse a nosotros, dos flechas silbaron a mi lado y las derribaron en el aire.
La elfa no erraba. Jamás.
Su precisión era tan inquietante como esa mirada suya que parecía verlo todo incluso antes de que ocurriera. Pero este bosque... este bosque jugaba con nosotros, haciendo que incluso sus sentidos se vieran confundidos.
—¿Estás seguro de que este es el camino? —preguntó Eliana limpiándo la sangre oscura de la punta de sus flechas sin perder la compos