Nikolai se apoya en el marco de la puerta de la cocina, observando a Angela mientras mueve con destreza los utensilios y sartenes. La luz de la luna que entra por la ventana ilumina su cabello oscuro y destaca la serenidad de su rostro. El aroma de verduras frescas y especias llena el aire.
— ¿Qué estás haciendo? —pregunta Nikolai, rompiendo el silencio.
Angela se vuelve hacia él, sonriendo ligeramente.
— Estoy preparando algo para Mariana —responde—. Necesita nutrientes para recuperarse.
Nikolai se acerca a ella, observando la habilidad con que corta las verduras.
— Tú eres increíble —dice Nikolai, con admiración.
Angela se detiene un momento, mirándolo con curiosidad.
— ¿Por qué lo dices? —pregunta.
— Es increíble que estés haciendo esto por Mariana, después de todo lo que te hizo —explica Nikolai—. Secuestro, abuso... podría entender si la odiaras.
Angela vuelve a cocinar, su expresión pensativa.
— Mariana es la única amiga que siempre he tenido —dice—. A pesar de todo, nunca le he