Mariana comienza a recuperar el conocimiento, lentamente abriendo los ojos. Está acostada en la cama de huéspedes, con un doctor sentado junto a ella, tomando su pulso. Ángela está parada al final de la cama, observando con preocupación cómo su amiga se recupera.
El doctor sonríe tranquilizadoramente.
— Hola, Mariana. ¿Cómo te sientes? —pregunta.
Mariana parpadea, confundida.
— ¿Dónde... estoy? —tartamudea.
— Estás en la casa de Nikolai —responde el doctor—. ¿Recuerdas tu nombre?
Mariana asiente lentamente.
— Mariana... —dice.
El doctor sonríe.
— Excelente. ¿Y tu edad?
Mariana piensa un momento.
— 25... años —responde.
El doctor asiente.
— Muy bien. ¿Recuerdas qué pasó antes de desmayarte?
Mariana mira a Ángela, luego vuelve a mirar al doctor.
— El detective... —dice—. Estaba aquí.
El doctor asiente.
— Sí, el detective está aquí. Pero no te preocupes, estás a salvo.
Ángela se acerca a la cama, tomándole la mano a Mariana.
— Estoy aquí contigo, Mariana —dice—. No te voy a dejar sola.
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