La mansión del abuelo está llena de vida y alegría. Han pasado dos meses desde el juicio en el que James y su padre fueron condenados a prisión. Ángela se está preparando para su boda, y Mariana está allí para ayudarla a organizarse.
Mariana se acerca a Ángela, que está sentada frente al espejo, ajustando su velo. Mariana sonríe al ver a Ángela vestida de novia.
— Estás muy hermosa, Ángela —dice Mariana, con una voz llena de emoción.
Ángela sonríe y se vuelve hacia Mariana.
— Creo que gracias —dice Ángela, con una risa. — Gracias por estar aquí conmigo, Mariana. Significa mucho para mí.
Mariana se sienta junto a Ángela y la toma de la mano.
— Gracias a ti y a tu bondad, puedo estar aquí hoy —dice Mariana, con una voz llena de gratitud. — Si no fuera por ti, probablemente estaría en la cárcel. No te puedo agradecer lo suficiente por todo lo que has hecho por mí.
Ángela sonríe y abraza a Mariana.
— De igual forma, te quiero mucho, Mariana —dice Ángela. — Eres como una hermana para mí.
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