PROMESAS DE UNION.
Nikolai se levantó para abrir la puerta y recibir el pedido de comida china. Pagó al repartidor y subió a la habitación con la comida.
— ¡Listo! — dijo, sonriendo a Ángela.
— Lo siento mucho, comer en la cama. No tengo nada para ofrecerte, ni siquiera un comedor.
Nikolai sonrió.
— No te preocupes, está bien — dijo —. Así se disfruta bien, es muy familiar y ameno comer encima de la cama.
Ángela se rió.
— Tú siempre me invitas a tu casa o a restaurantes lujosos — dijo —. Y ahora estamos aquí, comiendo en mi cama.
Nikolai se encogió de hombros.
— Me gusta esto — dijo —. Es relajante.
Ángela miró su cabello húmedo.
— Y yo estoy hecha un desastre — dijo.
Nikolai negó con la cabeza.
— Estás hermosa — dijo.
Ángela se ruborizó.
— Nunca pensé que alguien con tanto dinero fuera tan amable — dijo.
Nikolai se encogió de hombros.
— El dinero no tiene nada que ver con la amabilidad — dijo.
— Sí, pero normalmente las personas con dinero y poder son muy arrogantes — dijo Ángela —. Me dan de arriba ab